El estrés por calor influye en el eje intestino-cerebro de manera directa e indirecta:

• Durante el estrés por calor, la flora intestinal se altera y puede dar lugar a una disbiosis
• Las prácticas de restricción alimenticia que se utilizan en nuestra industria para combatir el estrés por calor pueden tener un impacto negativo en el microbioma y aumentar el recuento de especies como Escherichia coli o Clostridium perfringens. La restricción alimenticia está asociada a una reducción en la producción de ácidos grasos de cadena corta, que son clave para la salud general del animal y tienen efectos beneficiosos sobre el hígado y el cerebro.
• La flora intestinal beneficiosa, como los géneros Lactobacillus y Bifidobacterium, producen un neurotransmisor llamado ácido gamma-aminobutírico (GABA), que tiene efectos sobre el cerebro, disminuyendo la temperatura corporal y aumentando la ingesta de alimento. Como el estrés por calor induce disbiosis y reduce el recuento de especies beneficiosas, se reduce la producción de GABA en el intestino.
• El estrés por calor activa el eje hipotalámico-pituitario-adrenal (HPA): El eje HPA es un sistema de interacción entre el hipotálamo, la glándula pituitaria (ambas ubicadas en el cerebro) y las glándulas suprarrenales (ubicadas en los riñones). Su función principal es la respuesta al estrés. Cuando el eje HPA es estimulado por un factor estresante, como las altas temperaturas ambientales, inicia una reacción metabólica que conduce a la producción de cortisol. El cortisol ayuda al cuerpo a lidiar con el estrés, elevando la presión arterial, aumentando los niveles circulantes de glucosa e inhibiendo procesos que se consideran de menor importancia durante el estrés, como la función reproductiva. El cortisol también inhibe el sistema inmunitario intestinal, provoca inflamación, altera la barrera intestinal y reduce la secreción de neurotransmisores como la serotonina.
• La activación del eje HPA también estimula la secreción de ciertos péptidos que disminuyen el apetito.