Las aflatoxinas son las micotoxinas hepatotóxicas más conocidas. Los niveles bajos de aflatoxinas no perjudican el rendimiento pero reducen la concentración de albúmina y proteínas totales en la sangre, una señal de que la síntesis de proteínas en el hígado se ve afectada negativamente. A concentraciones más elevadas, las aflatoxinas inducen daño a los hepatocitos, lo que resulta en necrosis o disfunción celular.

Las fumonisinas interfieren con la síntesis de esfingolípidos. Los esfingolípidos son una clase de lípidos que se encuentran en las membranas celulares, especialmente en los tejidos ubicados en el hígado, los pulmones, el corazón, el cerebro y los nervios. La interrupción del metabolismo de los esfingolípidos da como resultado alteraciones de los procesos celulares tales como el crecimiento celular, la diferenciación, la morfología, la permeabilidad y la muerte. La lesión hepática depende de la dosis y el tiempo de exposición.

La ocratoxina A induce inflamación y necrosis del hígado. El mecanismo de acción de su toxicidad aún no se conoce, pero se sospecha que está relacionado con el estrés oxidativo.

La toxina T-2 provoca la muerte de los hepatocitos al producir especies reactivas de oxígeno (ROS) que provocan daño oxidativo a las mitocondrias.