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Las plantas producen aceites esenciales por una multitud de razones, como atraer polinizadores, adquirir un sabor desagradable para ciertos animales, inhibir el crecimiento de otras plantas y establecer un sistema de defensa contra infecciones. En este marco, los aceites esenciales son poderosos antimicrobianos, y su gran eficacia contra bacterias y hongos está científicamente comprobada.
Los fungicidas sintéticos son muy efectivos, pero pueden aparecer resistencias, especialmente en el tratamiento de infecciones fúngicas internas. Además, los fungicidas químicos pueden afectar el medio ambiente y ser tóxicos para humanos y animales. El uso de químicos con toxicidad mínima o nula es clave, especialmente en la cadena alimentaria, por lo que los aceites esenciales presentan una alternativa más segura y son bien aceptados por productores y consumidores, alineándose con la tendencia actual de una producción ganadera más respetuosa y ecológica.
Los aceites esenciales son fungicidas (destruyen el hongo) a concentraciones más altas y fungistáticos (inhiben el crecimiento del hongo sin destruirlo) a concentraciones más bajas. Presentan múltiples lugares de acción en la célula fúngica:
Ciertos hongos, como Candida albicans, se adhieren a los órganos internos del huésped o a las superficies externas, forman biopelículas, también llamadas biofilms, y se vuelven más resistentes al tratamiento con antifúngicos químicos.
Los aceites esenciales tienen una fuerte actividad antiadherente y antibiopelícula a una concentración inferior a la necesaria para inhibir el crecimiento de los hongos. Son eficaces tanto en la prevención de la formación de biopelículas como en la destrucción de biopelículas ya establecidas. En algunos casos, se ha demostrado que los aceites esenciales son más efectivos que los antifúngicos azólicos, aunque su mecanismo de acción es poco conocido.
Se ha demostrado que algunos aceites esenciales inhiben la producción de micotoxinas, también a concentraciones más bajas que las necesarias para inhibir el crecimiento del micelio. Actualmente, los modos de acción antitoxigénicos de los aceites esenciales no se conocen bien, sin embargo, se plantea la hipótesis de que funcionan principalmente a través de dos mecanismos:
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